Has conocido a una pareja ideal, con la que conectas y fluyes, y con la que te planteas compartir tu vida pero… Tiene un “pero”: tiene hijos.
“¿Y ahora qué?”, te preguntas. “¿Es mejor dejarlo aquí, o me complico la vida con esta situación?”.
Puede que tu primera reacción sea de vértigo. Esos hijos lo cambian todo, y cambiarán el transcurso de vuestra relación si decides seguir hacia delante.
Una relación con hijos no comunes es diferente. Aunque lo cierto es que se da con cada vez más frecuencia, no hay una respuesta única para saber si saldrá bien o mal.
Para que puedas tomar la mejor decisión, en este artículo voy a tratar de compartir contigo mi visión como psicóloga sobre este asunto.
Vamos allá.
¿Son los hijos un problema?
Depende, como diría la canción: “todo depende”.
Depende de la situación concreta, y de lo que tú consideres como un problema.
Por ejemplo, dependerá de si te gustan los niños/as, o de si tus planes incluían tener hijos.
Es respetable que quieras vivir la vida sin esa responsabilidad, y si este es tu caso, puede que te convenga valorar seriamente si seguir adelante con la relación.
También puede pasar que tú quieras tener hijos y que los niños te encanten, pero que tu pareja como ya tiene, no quiera tener más. Muchas veces ocurre que aceptamos esto pensando que más adelante cambiará, aunque por lo general no pasa.
El tema de tener hijos es algo que debes hablar desde el principio y no seguir adelante en una relación con una persona que ya tiene hijos en la que un tema tan importante no está aclarado. Ojo, no hablamos de tenerlos ya mismo, pero sí de estar dispuestos a hacerlo en un futuro próximo, o no.
Otro tema importante a poner sobre la mesa es la edad de los hijos no comunes, y si tu pareja es el cuidador principal de ellos.
Con las custodias compartidas o los regímenes de visitas, hay veces que los progenitores comparten con sus hijos fines de semanas alternos, por ejemplo, o 3 tardes a la semana. Esto no es lo mismo que si el menor convive con el progenitor todos los días de la semana, con lo que eso implica: llevarle al colegio, actividades extraescolares, rutinas de noche…
Tampoco es lo mismo si son adolescentes autónomos, que si se trata de pequeños de 3 o 4 años que nos necesitan para todo.
Sea como sea, ten presente la posibilidad de que aunque no tiene por qué pasar, es posible que en vuestra pareja surjan problemas por esos hijos no comunes, especialmente en la convivencia.
Al final, para un padre o madre sus hijos son su prioridad, y pueden darse choques en este sentido. Por ejemplo, cuando el niño/a resulta insoportable, o cuando está influenciado por el o la ex.
Ojo, porque aunque te he puesto en lo peor, la cosa también puede salir bien.
Si después de valorar todas las dificultades que podrían surgir decides seguir adelante, a continuación comparto contigo algunas pautas que pueden servirte para que todo funcione mucho mejor para todos.
Qué hacer si mi pareja tiene hijos
Lo primero de todo es asumir tu rol que no, no es de padre/madre.
En todo caso, y siempre que tú quieras y que llegues a un acuerdo con tu pareja, puedes compartir ciertas responsabilidades o apoyar en determinados asuntos, pero nunca representando un papel que no te aplica.
Lo mejor es que hables desde el primer momento del rol que vas asumir con el menor y ponerte de acuerdo con tu pareja. Eso sentará las bases de esta relación.
Por ejemplo, si inicias una convivencia, puede ser necesario tener en cuenta tus límites/normas. Siéntate con tu pareja, sin el menor delante, y llegad a acuerdos entre vosotros para luego poder comunicarlo de forma unánime.
Conozco algunos casos en los que querer ,o tener, que ocupar un determinado rol a la fuerza o no hablar sobre ello al final termina en discusiones e incluso en rupturas. Seguro que te resulta familiar la frase de: “tú calla que no eres mi padre” o “mi madre me deja hacerlo así, tú no puedes prohibirme”.
La comunicación en pareja lo es todo, porque será el antídoto contra este tipo de situaciones más complicadas.
Otro factor a tener en cuenta es que la relación entre el hijo/a de tu pareja y tú será una de las relaciones más especiales que construirás.
Es por lo general una relación intensa y que requiere tiempo,aunque cuanto más pequeño sea el niño más fácil será la adaptación. En la convivencia los roces siempre pueden surgir y pasar del “amor al odio” en un minuto.
Al final es comprensible: se trata de niños que pasan por momentos delicados, que han visto como su familia se rompía en dos y ahora tienen que compartir con mamá por un lado, y con papá por otro.
En este sentido, tú como adulto debes empatizar todo lo que puedas con el menor, eso sí, jamás sin sobrepasar tu límite.
Y sobre todo, comunicándote mucho y bien con tu pareja.
Hablando de esto, la última pauta que me gustaría compartir contigo es la de tratar de tener espacios de pareja siempre.
Si la custodia es compartida será mucho más sencillo, pero si no, hay sí o sí que buscar esos espacios para fortalecer la relación. Si en unos padres “convencionales” esto es importante, en el vuestro podríamos decir que más todavía.
Espero que estas pautas te sirvan para embarcarte en esta etapa que tanto te puede aportar y que todo salga bien.
Y si las cosas se complican, recuerda que puedo ayudaros a lidiar con esta situación en consulta. Infórmate sobre la terapia en pareja.
Cuéntame, ¿qué es lo más complicado para ti de tener una pareja con hijos?
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