El síndrome del impostor, también conocido como el síndrome del fraude, es cada vez más común.
¿Alguna vez has atribuido algún logro a la suerte? ¿O simplemente te has quitado mérito, o no te has creído del todo algún halago?
Esos momentos en los que sientes que no mereces el éxito aunque hayas trabajado duro y de forma honesta, aunque realmente lo que has hecho es genial, es una de las formas en las que el síndrome del impostor se manifiesta.
Aunque lleva estudiándose desde los años 70, cada vez más personas reconocen haberlo sentido.
Quien padece el síndrome del impostor se convence a sí mismo de que es un fraude y achaca los logros a pura coincidencia aunque sea todo lo contrario.
Y eso hace que la autoestima vaya debilitándose, hasta incluso paralizarte y atraparte en un bucle constante de emociones y pensamientos negativos que te impide ver la realidad con objetividad.
Por todo ello en este artículo vamos a ver en qué consiste el síndrome del impostor y cómo puedes combatirlo.
Cómo se manifiesta el síndrome del impostor
El síndrome del impostor llega en la mayoría de los casos en el momento en el que una persona tiene por delante un objetivo para el cual ha de hacer una tarea.
Al pensar en la tarea, se activan mecanismos internos asociados a experiencias del pasado y otra serie de factores, que casi siempre llevan asociados el miedo al fracaso.
Estos mecanismos hacen que o bien nos sobre-preparemos y seamos excesivamente autoexigentes, o bien que procrastinemos por miedo a ser incapaces.
Sea como sea, una vez terminada la tarea, llegan los resultados.
Y es aquí, frente a dichos resultados, cuando se activa el sentimiento de culpa por no merecerlos. Ya sea un elogio, una buena nota, un logro personal, etc.
El sentimiento de culpa es el que nos dice que no somos tan buenos, que pudimos hacerlo mejor, que si ha salido bien es simplemente casualidad o suerte, que lo que nos dicen otras personas es para adularnos…
Aunque potencialmente todo el mundo tiene la posibilidad de sentirse así, normalmente se da con más frecuencias en personas:
- Con baja autoestima.
- Que han vivido experiencias de acoso.
- Que no han sido estudiantes brillantes.
- Que han padecido constantes críticas en la infancia.
- Que han perdido la confianza en sí mismas.
En definitiva, personas con una tendencia más bien baja en cuanto a seguridad personal nos referimos.
Todo esto hace que el síndrome del impostor, además de en situaciones como las que hemos visto hace un momento, se manifieste en:
- Temor constante a ser descubierto como un fraude.
- Incredulidad en las capacidades y destrezas propias.
- Creencia de no merecer los logros propios.
- Sensación de injusticia cuando consigue algo.
- Desmotivación asociada a la autoconfianza.
- Ansiedad, depresión, tristeza…
A pesar de ser personas competentes, que logran sus objetivos, que tienen éxito en sus relaciones personales, no sienten que sea relevantes, más bien detectan que no están a la altura, que no merecen lo que tienen en su vida, y se quitan cualquier mérito.
Cómo combatir el síndrome del impostor
El síndrome del impostor se ha relacionado con algunas tendencias psicológicas como el pesimismo defensivo, caracterizado por personas que hacen predicciones negativas de lo que va a ocurrir a pesar de que lo esperable es todo lo contrario.
Seguro que te resulta familiar esa situación de un estudiante que da todo por perdido al estudiar o al salir de un examen a pesar de que siempre obtiene calificaciones altas.
El síndrome del impostor se asocia en algunas ocasiones con trastornos de la ansiedad o depresión, en cuyo caso es fundamental trabajarlo antes de que pueda empeorar.
Desde mi experiencia como psicóloga he observado como la gran mayoría de los casos que han llegado a consulta con problemas de autoestima y síndrome del impostor han mejorado su calidad de vida notablemente tras un proceso terapéutico.
Para lidiar con el síndrome del impostor, el primer paso es ser consciente de que no estás solo o sola en esto.
Cuando te apoyas en otras personas, todo resulta mucho más llevadero.
Porque vas a necesitar aprender a diferenciar entre la humildad y el miedo, dejar ir a tu perfeccionista interior, y ser mucho más amable contigo.
Y aunque suena sencillo, a veces no lo es.
El síndrome del impostor muchas veces se integra tanto en nuestra personalidad que cuesta desvincularlo, y por eso pedir ayuda puede ser la mejor manera de aprender herramientas con las que conseguirlo.
O al menos, lograr dejar atrás ese malestar que te generan tus éxitos. Ya sabes que si quieres que te ayude, podemos lograrlo en consulta.
Otras recomendaciones para ir empezando
Además de pedir ayuda, hay una serie de acciones que puedes ir intentando en tu día a día para sentirte mejor.
Por ejemplo, puedes escribir en un papel todas las cosas que has logrado en tu vida, incluyendo aprobar tus estudios, el carnet de conducir, tener un sueldo, comprar x objeto… Y también conservar relaciones personales y crear nuevas.
Otra recomendación que puede servirte es la de dar las gracias por todo ello. Es decir, no solo ser consciente de lo que has logrado, sino agradecer por lo que tienes, y también agradecer a las personas que te han apoyado.
Por último, ajusta tus expectativas, suelta la idea de hacerlo todo perfecto, y asume que en tu vida ocurrirán muchas cosas que no saldrán bien. Y eso es absolutamente normal, y de hecho recomendable.
Y no, no significa que seas un fraude, por mucho que tu síndrome del impostor se empeñe en hacerte creer todo lo contrario.
En cualquier caso, si sientes que todo esto realmente te está afectando y desbordando, dale la vuelta a la situación y comienza un proceso terapéutico con el que fortalecer tu autoestima.
Cuéntame, ¿a ti también te ha afectado el síndrome del impostor en algún momento de tu vida? ¿Tu también has creído que era suerte o casualidad lo que habías conseguido?